top of page

Documental pone en evidencia el trabajo de las mujeres en el Valle

  • Foto del escritor: Diana Velasco
    Diana Velasco
  • 16 feb 2017
  • 6 Min. de lectura

Rafaela, quien vende pescado en Buenaventura, es una de las protagonistas del documental ‘Mujer y trabajo: una historia de precariedad y lucha’ con el que se busca sensibilizar a la comunidad nacional e internacional sobre cómo la tercerización laboral está perjudicando a muchas mujeres.

Si allá hay cariño, ternura y ambiente de sabrosura es porque las mujeres en Buenaventura trabajan incansablemente de sol a sol. Como lo hace Rafaela Hurtado, quien antes de cumplir los 10 años, su madre ya le había conseguido un empleo en una casa de familia, en el que era la encargada de los oficios domésticos. Así empezó su larga vida laboral.


Tiempo después, Rafaela decidió ser una ‘platonera’, por lo que comenzó a salir cada día con uno o dos pailones plateados sobre su cabeza llenos de pescado para la venta. Ella, de tez negra y cabello azabache, aún soporta el peso de los platones que lleva hasta su puesto en una calle de Buenaventura, completando alrededor de 46 años en este oficio, sin pensión alguna.


“A las platoneras sí nos hablaban de que podíamos pagar un seguro, pero como en ese tiempo la plata era botada, la vida más barata, uno se confió de que siempre íbamos a vivir así. De las platoneras -si no es ahora que a algunas sus hijos las han metido- rara es la que tiene seguro”, cuenta Rafaela ante la cámara para que su testimonio quede registrado.


Con la historia de vida de Rafaela empezó a tejerse lo que se convirtió en el documental ‘Mujer y trabajo: una historia de precariedad y lucha’, que la Central Unitaria de Trabajadores, CUT, del Valle, le encargó al director pereirano Carlos Rodríguez. Un producto audiovisual que da cuenta de cómo en Colombia, el 60 % de las mujeres ocupadas se encuentra en el sector informal y el trabajo femenino se vuelve un sinónimo de tercerización y escasez.


Aparecen después de Rafaela más mujeres en escena, pero no para hablar de sus vidas, precisamente. Son unas especialistas en asuntos de género que exponen diversos aspectos sobre la situación laboral de la mujer tanto en Buenaventura como en Colombia en general. Ellas hablan de derechos, de desigualdades, de cómo la mujer de escasos recursos debe dedicarse al ‘rebusque’ para llevar un pan a su casa.


Y así, dando un panorama de la mujer trabajadora, desde ese bello puerto del mar, aparece otra historia de vida que sirve de contraste y complemento para aquella platonera: la de Ana Cristina Bermúdez.


Ana Cristina es la directora del Departamento de la Mujer de la CUT en el Valle, y a pesar de que ama el Puerto, en 1979 se vio obligada a salir de allí por amenazas contra su vida.


Días después del rodaje, Ana Cristina habla de quién es, de esa mujer que desde siempre se ha dedicado a la labor sindical. En 1984 regresó al Valle y trabajó como sindicalista, hasta que llegó a ser en 2006 la responsable del Departamento de Educación de la CUT a nivel departamental, cargo en el que su gran objetivo fue la formación de mujeres.


En 2014 Ana Cristina se convirtió en la directora del Departamento de la Mujer, desde donde quiere formar sindical y políticamente a las mujeres para “vencer el tabú que hay frente al papel de la mujer en el movimiento sindical, vencer los miedos a ser sindicalista y sacar a las mujeres de esas cuatro paredes de grasa y jabón que es la labor doméstica en la que se les encasilla y al salir de allí, puedan estar en lo público”.


Entre esas mujeres a las que Ana Cristina quería ayudar estaban las platoneras, mujeres que, sin estar sindicalizadas, se verían beneficiadas de unos talleres en los que aprendieran desde qué es una organización sindical, cómo armarla y para qué sirve, hasta qué sucede en la coyuntura política nacional e internacional.


La CUT Valle, a falta de recursos para cubrir los gastos de dicha formación, buscó a esa hada madrina que les ayudara en el proceso, y fue así como Ana Cristina asistió a un evento de la Fundación Pau i Solidaritat de CCOO (Comisiones Obreras) en España, y allí presentó la propuesta de formar a las mujeres en el ámbito sindical y político. La iniciativa recibió el visto bueno para que dicha formación se realizara mediante unos cursos dictados en Cali y Buenaventura desde enero de 2016.


Con estos cursos se benefician mujeres tanto sindicalizadas como no sindicalizadas. Son alredor de 70.


Los cursos se hacen también con la colaboración de la Agencia Catalana de Cooperació al Desenvolupament (ACCD).


Pero hacer los cursos no era suficiente. Ana Cristina y su equipo de trabajo querían hacer algo más. Por eso llamaron al director Carlos Rodríguez y le encargaron un documental en el que se evidenciara cómo la tercerización del trabajo femenino pone a las trabajadoras en una situación en la que no tienen seguro médico, pensión, ni sueldo fijo. En palabras de Cristina, el objetivo del video es “la denuncia de lo que está sucediendo con la mujer en el campo laboral”.


Esa denuncia se hace a través de las voces de trabajadoras como Rafaela, Ana Cristina y también de Leonila Murillo, presidenta de Sintrahicihobi (Sindicato Nacional de Trabajadores al Cuidado de la Infancia y de Adolecentes del Sistema Nacional de Bienestar Familiar), seccional Buenaventura, que lidera a madres comunitarias del puerto. Esas mujeres que dedican su vida a cuidar de aquellos infantes que no son sus hijos, pero los aman como si lo fueran, los alimentan, los visten, los educan en valores y los ven crecer día a día, atendiendo las necesidades de sus padres.


Leonila mira fijamente a la cámara y denuncia que los operadores privados han empeorado las condiciones del programa del cuidado a la infancia y a las madres comunitarias las tratan “como pordioseras o limosneras porque cuando nos dan media libra de arroz para darles almuerzo a doce niños, nos están poniendo a que seamos nosotras las que mantengamos los niños, entonces queremos que eso se acabe. Y lo peor es que no les importa que la madre comunitaria esté enferma, vieja y cansada, para decirle ‘usted ya no sirve, se va’”.


Ana Cristina dictando un taller a mujeres.

Luces, cámara, ¡acción!


El director pereirano invirtió alrededor de cinco meses para el documental, desde el primer viaje de investigación a Buenaventura hasta el último retoque del producto final. Todo el esfuerzo pudo verse plasmado en el estreno de esta producción el pasado 12 de diciembre en la Universidad del Valle.


Al devolver la cinta, Rodríguez recuerda detalles del proceso. Aunque empezaron la investigación en agosto pasado, cuenta el director, el proyecto “era algo que se venía hablando desde antes, como con baja intensidad, se sabía lo que se podría hacer”.


Así que en cuanto se concretó, Rodríguez armó su equipo: Martha Liliana Rivas, Fabricio Pérez y Paola Angulo. “La persona clave en el equipo fue Martha Liliana, ella está terminando historia en la Universidad del Valle y es una mujer que tiene bastante trabajo en el tema del feminismo, ha trabajado con grupos de mujeres en Buenaventura y así pudimos llegar a las personas que aparecen en el documental”.


Con la investigación encontraron a Rafaela y a las especialistas en asuntos de género, pero faltaba otra historia que acompañara a la de la platonera. Así que buscaron a una empleada doméstica en Cali que quisiera hablar de su vida y que, además, tuviera conciencia política de su situación laboral. Al no poder encontrarla, decidieron hablar con Ana Cristina, a quien, según Carlos, la eligieron porque “era un personaje que nos cerraba todo, para mí era más interesante narrativamente porque podía llegar hasta doña Rafaela y no quedaban historias tan sueltas”.


Esa unión de las historias se refleja al final del documental, pues Ana Cristina viaja a su Puerto querido para reunirse con Rafaela y encomendarle la misión de unir a todas las platoneras de Buenaventura para así poder organizarlas y armar un pliego de peticiones que será enviado a la Alcaldía del municipio bonaverense.


Además de valorar al equipo, Carlos resalta la participación que tuvo el apoyo internacional de la Fundació Pau i Solidaritat de CCOO, pues fue la que financió el video y estuvo en permanente contacto con el equipo de producción para hacer mejoras, escoger la información que se pondría en el video y demás. Por su parte, la ACCD brindó su apoyo.


Con ‘Mujer y trabajo: una historia de precariedad y lucha’, todos quedaron satisfechos, pues Carlos conoció la situación en la que se encuentra en la actualidad el trabajo femenino y de algunas conquistas que se han conseguido en el tema.


A Ana Cristina le queda la satisfacción de que muchas mujeres tomarán la iniciativa de formarse en el tema sindical, y a Luisa González, la directora de la Cinemateca de la Universidad del Valle, le alegró haber abierto un espacio de discusión y reflexión en torno al video, pues cuenta que “cuando nos ofrecieron estrenar el documental aceptamos la invitación en aras de crear ese tipo de espacios. ¡Qué más que discutir sobre el trabajo y la mujer con aquellos que están trabajando en alternativas más justas!”.


En marzo, Ana Cristina planea viajar a Barcelona para presentar el documental y la Fundació Pau i Solidaritat de CCOO se encargará de multiplicarlo en aquellos países con los que tienen relaciones sindicales. Así, todo aquel que vea el video conocerá a esas mujeres que al buscar igualdad de condiciones, alguien que las escuche en pro de un bienestar, siempre están en pie de lucha.


Comments


Logo original_Mesa de trabajo 1 copia.jp
  • Icono social LinkedIn
  • Wix Twitter page
  • Wix Facebook page
bottom of page