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¿Por qué ser líder?

A propósito de la coyuntura que se vive en el país alrededor de la seguridad de los líderes sociales, vale la pena preguntar por qué estas personas siguen en la lucha, especialmecuando han sido víctimas del conflicto armado. En este reportaje encontrará la respuesta.

María Eugenia

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Han pasado 16 años desde aquella vez en la que a María Eugenia González le vieron la cara. Desde entonces no ha recibido un sueldo por su trabajo, ni siquiera la han protegido lo suficiente como para evitar recibir panfletos amenazantes y tiros al aire para sacarla de su casa. Su condición de discapacidad del nervio ciático que le afecta su pierna derecha, que es más corta y delgada que la izquierda, también hace parte de su historia.

 

Era una tarde tranquila, y María Eugenia esperaba su turno en la sala de la antigua Unidad de Atención y Orientación ubicada en un edificio público del barrio Guayaquil en Cali. Hace poco había regresado a su ciudad natal, luego de ser desplazada del Páramo de las Hermosas, del municipio de Pradera y de la vereda La Nevera en Palmira. Mientras el turnero cambiaba lentamente sus dígitos sin llegar aún al número anotado en la ficha de María Eugenia, ella observaba cómo una mujer se acercaba a los que esperaban con su ficha en la mano. ¿Qué hacía? Por alguna razón, quizá altruista, le explicaba a cada uno qué era la Ley de Víctimas y qué derechos y deberes estipulaba.

 

María Eugenia se dedicó a escuchar atentamente cada frase, hasta que aquella mujer, llamada Rosalba, la vio tan interesada en el tema que le pidió ayuda recogiendo algunas firmas, para luego invitarla a almorzar en su casa. Mientras saboreaban cada bocado, Consuelo le vio la cara:

 

-Usted tiene cara de líder.

-¿Yo?

-Sí, usted- afirmó la mujer.

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***

Cinco mil personas sin respuestas. En Cali, la Secretaría de Bienestar Social registró 5.717 víctimas del conflicto armado en condición de discapacidad en el 2018, a quienes representa María Eugenia en la Mesa de Participación Efectiva de Víctimas de la ciudad. Desde que llegó al cargo en el año 2017, su primera y única función, ha sido luchar por la creación de programas de atención para atender a esta población. Por lo menos uno, ya que no existe absolutamente nada.

 

María Eugenia hace lo posible para que la población víctima en condición de discapacidad sea tenida en cuenta en los planes de la ciudad. Con 51 años, día a día imprime papeles, lee leyes y decretos, va a reuniones y debates eternos y acoge en su casa a sus compañeros para largas jornadas de trabajo un fin de semana. Pero solo puede estar en el cargo dos años, así que en pocos meses deberá irse, y el ciclo se repite. Si cuando llegó no había nada, cuando se vaya el avance no será mucho, porque tiene claro que “hasta ahora no he logrado nada porque mover una institución es difícil, pero sí he dado a entender la importancia de que el tema se incluya en el próximo Plan de Desarrollo. Y si no quedo en la Mesa de nuevo, ¿quién va a tocar esos temas que nadie toca?”.

 

Es una paradoja, porque mientras por un lado quiere seguir en la Mesa para que los proyectos den fruto, por el otro quiere un viaje. Un viaje con todo pago, totalmente contrario a su trabajo, en el que solo recibe 500 mil pesos anuales para gastos de transporte y 39 mil mensuales como incentivo de participación en la Mesa. Eso es, los recursos necesarios para dos reuniones o plenarias al mes, pero “no pasa una semana sin ir a trabajar, algo sale, para algo tengo que ir” dice María Eugenia, y por eso sigue con su idea de viajar, porque piensa que “en otros países debe ser que el trabajo de ser líder se paga, siempre en un país debe haber alguien que lidere algo, y no necesariamente tiene que aguantar hambre. Me tengo que ir a un país dos años para ver cómo es que lo hacen”.

Mientras concreta dicho viaje, sigue en la Mesa con la labor que en pocos meses llegará a su fin. No obstante, quiere seguir ahí, apoyando de alguna manera a las víctimas del conflicto desde su liderazgo. Mientras tanto mima a sus dos nietos, madruga cada mañana para formarse como gestora de paz con la Alcaldía de Cali y hace el almuerzo para sus padres. Tiene claro que su pasado ya quedó como un ciclo cerrado, la violencia que vivió reflejada en ultraje sexual y desplazamiento hoy la motivan a luchar por ella misma y por los demás. Lamenta la pérdida de las circunscripciones para la paz que darían 16 curules en el Congreso para la representación de las zonas más afectadas por el conflicto armado, y quiere seguir intentando por todo lado con tal de lograr sus objetivos. No hay dinero ni tiempo, pero sí ganas, las cuales seguirán con ella hasta que su labor sea mejor reconocida y tenga todas las garantías para seguir siendo líder sin miedo, sin afanes, sin dificultades.

José Mosquera

Cuando le preguntaron por su cualidad más destacada, respondió sin duda alguna "el positivismo". Sin aquel, José no sabe dónde estaría ahora y en qué condiciones, pues desde su nacimiento, una luxación de cadera hizo que su silla de ruedas fuera su amiga inseparable.

Es oriundo del bello puerto de mar de Buenaventura, del cual decidió salir a causa de las dificultades que le causaron las vías sin pavimentar y las lomas empinadas por las que debía transitar cada día. Intentó cambiarse de barrio muchas veces antes de irse, pero fue imposible adaptarse, por eso llegó a Cali al barrio Calimio Desepaz, el cual, asegura, hace que se sienta víctima, no del conflicto armado que sale en la televisión, sino del conflicto urbano, ese que dibuja fronteras invisibles: "mi barrio es zona roja, allá es bala por la mañana, bala por la tarde, y lo más grave es que la bala no pone cuidado a ver si usted es bueno o malo, por eso, simplemente con vivir en ese territorio somos víctimas".

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Por esa razón, José es líder de su barrio desde la Junta de Acción Comunal, en donde es el presidente de la Comisión Empresarial, y desde ahí crea proyectos que ayuden a cambiar el futuro de jóvenes vulnerables, con el fin de que no entren al mundo de la delincuencia.

Nunca se ha quedado quieto, y por eso ha trabajado desde los 13 años en salas de internet, arregló celulares y hoy, al igual que María Eugenia, es gestor de paz con la Alcaldía municipal. También canta rap y juega baloncesto en silla de ruedas, de ahí su carisma, por ser una persona polifacética que no se vara con nada y sabe hacer de todo. Esa es la forma que conoce para responder una pregunta que algunas veces ronda en su cabeza: ¿quién le va a dar trabajo a una persona con 24 años y con esta condición de discapacidad?.

"Un día yo dije: "yo soy pa' algo" y desde ahí no se ha detenido en su meta de ayudar a los demás sin limitaciones.

Por eso, aquella mañana en la que un funcionario de la Secretaría de Paz y Cultura Ciudadana le pidió dar su nombre y su cualidad o fortaleza principal, puso al positivismo como el motor de su vida ante un círculo conformado por víctimas del conflicto. Al otro extremo se encontraba María Eugenia atenta a las palabras de José, las cuales estaban llenas de alegría y optimismo, emociones presentes en su rostro siempre, hasta cuando cayó la tarde y el taller psicosocial en el que se encontraban llegó a su fin, dando cierre a un jueves cualquiera, en un lugar cualquiera, en donde José supo que estaba ahí porque ha luchado por él y por los demás. Ese día debió volver a su casa, en donde vive solo pero no se siente solitario, pues al amanecer del viernes, se reuniría con la Junta de Acción Comunal, con los gestores de paz, con su grupo de rap o su equipo de baloncesto, siempre siendo líder, alegre, positivo y sin limitaciones.

Julián Gallego

Museólogo, historiador y luchador. Desde hace 20 años, Julián ha estado involucrado en procesos sociales en defensa de los Derechos Humanos. Hoy, desde una postura diferente, la de la institucionalidad, lleva el chaleco azul de la Secretaría de Paz y Cultura Ciudadana. Desde ahí, se ha dedicado a la labor de construcción de museos de memoria, algo que lo apasiona tanto que sus lágrimas empiezan a brotar cuando escucha testimonios de víctimas que aún no han terminado de sanar su dolor o no son reparadas plenamente.

 

Fue él quien en aquella mañana de jueves estaba en medio del círculo formado por víctimas del conflicto armado. Fue él quien preguntó a José por su mayor fortaleza. 

 

Al ver a las víctimas y a líderes como María Eugenia, evoca aquellas épocas trabajando con organizaciones sociales en busca de reclamar y defender los derechos de quienes han sufrido a causa del conflicto armado. Pero ahora la situación es diferente.

 

 

Con el chaleco azul, afirma haber entendido muchas cosas  de aquella institucionalidad a la que antes reclamaba cada día: "el Estado puede tratar de restablecer ese derecho, pero la burocracia, dinero y otras cosas dejan a los funcionarios con las manos atadas y ahí es cuando estos procesos se mueven muy lentamente". 

Ese chaleco también le permite hacer reflexiones acerca de la relación entre los líderes y el Estado: "desde el chaleco uno entiende muchas cosas, porque no vemos al funcionario como un ser humano sino como una herramienta, igual pasa con algunos funcionarios que ven a las víctimas como un número, una obligación". 

Respecto a la Mesa de Participación Efectiva de Víctimas de Cali, piensa que es proactiva, oportuna y persistente a pesar de los inconvenientes que tenga con las instituciones, por eso cree que una oportunidad de fortalecer sus procesos está en llegar a acuerdos con el Concejo Municipal para incidir de forma más efectiva y tener bases más fuertes para su labor.

Si le dieran a elegir entre el chaleco y las organizaciones sociales, se quedaría con las últimas, ya que considera que hay más libertad de acción y gestión, mientras que con el Estado hay otras reglas, que aunque algunas veces ralentizan los procesos, no impiden que haya gente que se la juegue por las comunidades.

 

En poco tiempo dejará de hacer parte de la Secretaría, pero se va con muchos aprendizajes, entre ellos el más valioso para fortalecer la participación efectiva: "si no hay participación, esto se vuelve una cosa de unos poquitos, afortunadamente en este proceso se ha dado lugar a esa participación, y a veces se queda solo en el hecho de opinar o dar una información, y debe tener instancias más decisorias en donde se concierten acuerdos por la memoria a través de los concejales para poder blindar estos procesos".

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Los datos que debe saber

Las historias hay que ponerlas en contexto. Es por eso que a continuación se presentan las principales definiciones y cifras que ayudan a conocer las dimensiones de este tema en el país.

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Razones para ser líder

Día a día, los líderes como María Eugenia y José se enfrentan a situaciones difíciles, además de seguir en el proceso de reconciliarse con su pasado y luchar por su futuro. Aquí están las voces de algunos líderes que hacen parte de la Mesa Departamental de Participación de Víctimas del Valle del Cauca, representando a diferentes hechos victimizantes y enfoques diferenciales.

Ellos cuentan por qué, a pesar de haber sufrido la violencia, siguen siendo líderes. 

Ahora usted sabe por qué, a pesar de haber sufrido la violencia, siguen siendo líderes. También hacen un llamado a que los apoyen, a que no los sigan amenazando y los dejen por fin recobrar los derechos que el conflicto armado les arrebató de las manos.

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