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  • Foto del escritorDiana Velasco

Cirko pirata, el show circense que toma fuerza en la Loma de la Cruz

Actualizado: 7 ene 2020

A la Loma de la Cruz va todo el mundo, y no a adorar las cruces, sino a disfrutar de un espectáculo único: un show circense al aire libre en el que los aplausos y unas cuantas monedas reemplazan la boleta de la taquilla. Esto es Cirko Pirata.

Los integrantes del Cirko Pirata también ofrecen talleres de malabares, contorsionismo, manejo del espacio, entre otras técnicas. Foto: Áymer Álvarez | El País

Esta vez no hubo ritual. Se perdieron algunos vestuarios, y sin estos el ‘ritual de fuego’, acto central de toda la jornada, pierde la magia. Pero el show debía continuar, había que hacer algo diferente al no poder cerrar con el ritual de siempre. Así que, quien fuera el chamán salió al escenario y con una habilidad sorprendente, manipuló dos varas con llamas en sus extremos. Las lanza al aire y hace malabares con ellas hasta que logra ganarse la ovación del público presente en la Loma de la Cruz en una noche dominical de diciembre, luego de que los espectadores fueran testigos de cómo desde las 3 de la tarde, el circo se tomó el espacio.


El chamán, de cuerpo delgado, barba oscura y una espalda descubierta que deja ver algunos tatuajes, termina su acto y hace la venia para salir del escenario. Enseguida llega un alegre payaso llamado ‘Chi Chon’, que sale con contundencia y un saco rojo parecido al de Papá Noel que coloca en el centro del escenario. Como todo payaso, solicita la ayuda del público para sus trucos, y un joven delgado se acomoda las gafas para salir ante la petición del hombre de nariz roja.


El saco de Chi Chon, en vez de estar lleno de regalos, tiene varios objetos para hacer un acto de equilibrio, como lo son unas tablas cortas y tarros medianos. El payaso monta una tabla sobre dos tarros que le sirven de base, y encima de la tabla coloca otro tarro acostado, le superpone una segunda tabla y decide montarse en ella, ganando así muchos aplausos. También llama a niños al escenario, quienes con entusiasmo se le acercan y le ayudan en sus trucos.


La única palabra que pronuncia este payaso es “Nai”, y la usa para nombrar todo tipo de cosas y llevar un conteo. Pide al público el abucheo para quien no colabora con el espectáculo, mientras del saco obtiene un spray con el que rocía agua a quien abuchean. Luego de varios trucos, Chi Chon infla un globo de un rojo vibrante que le obsequia al ayudante de gafas, quien vuelve a su puesto en medio de los aplausos y las risas con las que los espectadores despiden a Chi Chon. En ese momento, llegan las nueve de la noche y una chica alegre y descomplicada sale con un micrófono para anunciar que el show ha terminado.


Una vez más, el espectáculo de ‘Circo al Parque’ le demostró a los caleños que el arte callejero es digno de mostrar, y que el circo puede hacerse sin carpa y sin cobrar boleta. El chamán vuelve de su atmósfera mágica para ser un artista caleño de 24 años que responde al nombre de Jorge Vergara, más conocido como ‘Polo’, el líder de un grupo de artistas de circo callejero al que le dio forma junto con Francisco Gamba, Cindy Jaramillo y Luis Rojas a finales del 2014 y le dieron el nombre de ‘Cirko Pirata’.


Hoy, quienes integran Cirko Pirata ya no son 4 sino 7 personas, y de los fundadores solo se ha ido Luis Rojas.


Jorge siempre ha llevado el arte en las venas, pues cursó dos semestres del programa académico de Teatro en el Instituto Popular de Cultura, carrera que por el momento tiene aplazada. También estudió yoga y ha tomado clases en el teatro El Globo. El resto de sus habilidades cuenta que las ha conseguido “gracias a los viajes, los malabares los aprendí en varias visitas a otros lugares, y luego ya todo es práctica y entreno, casi todo ha sido empírico”.


El evento de ‘Circo al Parque’ es realizado por Cirko Pirata, un grupo que está muy lejos de tener un barco con un capitán Garfio o con un Jack Sparrow, pero decidieron llamarse ‘piratas’ porque así consideran las instituciones circenses a todos aquellos que hacen shows de malabares, equilibrio, fuego y demás en semáforos y calles sin haber pasado por un proceso de aprendizaje ‘formal’ de estos trucos. Y así son los integrantes de Cirko Pirata, personas que con una pizca de formación circense y una tonelada de conocimiento empírico, dieron forma a una propuesta escénica que muestra un poco de ‘circo teatro’, una tendencia en la que además de hacer malabares y manipular fuego, se cuenta una historia al estilo teatral, sin incluir a animales en el espectáculo.


En ‘Circo al Parque’, estos jóvenes se toman la rotonda de la Loma de la Cruz una tarde entera de domingo, como aquella en la que Chi Chon cerró el evento. Pero antes de que este payaso apareciera en escena, de 3 a 5 de la tarde los integrantes de Circo Pirata y algunos artistas invitados dieron 5 talleres: contorsionismo, reconocimiento y manejo del espacio, clown, manipulación de cajas, y acrobacias con telas que se amarran de los árboles más altos del lugar. Para estos talleres, el aporte económico de los aprendices también es voluntario, y Jorge explica que la idea es “hacer un pequeño acercamiento a la gente hacia técnicas del circo, lo que se enseña es básico porque nos enfocamos en la gente que no tiene ninguna experiencia y así los talleres son de libre acceso para todo el mundo”.


Luego de los talleres, los artistas invitados participaron en varias competencias, como resistencia de malabares con monedas, resistencia de hula hula, resistencia de parada manos y el particular ‘renegado’, en el que varios artistas presentan el mejor truco que tengan en su especialidad y se escoge un ganador. Después viene la ‘varieté’, que consiste en una muestra de diversos actos circenses como el clown, los malabares, monociclo y todo lo que se pueda mostrar en el evento, el cual siempre es diferente debido a que cada función cuenta con artistas invitados distintos, quienes dan una demostración de cómo es el circo en países como Costa Rica, Venezuela, Chile y Argentina, de donde viajan para entretener a los caleños.


Por último, el show debe cerrar con broche de oro: se presenta el ‘ritual de fuego’, un acto de circo teatro en el que se recrea un rito ficticio en el que el chamán es quien tiene el fuego en su poder y lo pasa a cuatro seres que lo anhelan, vestidos y pintados como aborígenes con taparrabos largos de color marrón, con pintura roja en sus rostros y collares que simulan una cadena de colmillos de distintos animales. El chamán juega con el fuego y lo pasa a cada uno de los aborígenes, quienes al recibirlo del chamán logran manipularlo y hacer trucos con él, al ritmo de unos tambores que no paran de tocar un ritmo africano. Además, los aborígenes representan los movimientos de aves, reptiles y mamíferos para dar cuenta de la conexión del fuego como parte de la naturaleza. Jorge lo define como un “rito de regeneración”, que debido a los contratiempos, no pudo cerrar aquella noche.


En vez de una carpa, los artistas se cambian detrás de un telón negro que amarran de donde se puede, de todas maneras Jorge dice que “los artistas perdemos el pudor y por eso no hay mucho problema con el telón”. Y como no se paga boleta, solo es necesario buscar un espacio para sentarse y disfrutar de la función hasta que el chamán y otro asistente pasen entre los espectadores con sombreros de colores vivos para recoger aportes voluntarios. Así cobran estos artistas, guiados por un ideal que Jorge describe como “el deseo de promover el arte ante todo, sin importar lo económico, impulsando también tanto el conocimiento que tenemos del circo teatro como las ganas de practicarlo”.


Además de ‘Circo al Parque’, estos chicos ofrecen servicios de recreación junto con su espectáculo de circo teatro para todo tipo de eventos sociales y empresariales, también han viajado con su show a otros puntos del Valle como Tuluá, Buga y Palmira, y abrieron el Festival Internacional de Teatro de Cali en noviembre de este año.


En la mañana del jueves antes de aquel domingo de Circo al Parque en el que no hubo ritual, Francisco está sentado en la rotonda de La Loma de la Cruz y cuenta un poco de su vida, ya que además de pertenecer a Cirko Pirata, este joven de 21 años es estudiante de música del Instituto Popular de Cultura, estuvo en la Fundación Circo Para Todos y tiene un proyecto con su novia -quien también hace parte de Cirko Pirata- que consiste en un dúo artístico que mezcla la danza, el circo y la acrobacia y que en estos momentos está en la etapa de los entrenos para montar un espectáculo que pueda llevarse al público.


Al igual que Jorge, Francisco aprendió gran parte de sus habilidades en viajes a lugares como Ecuador, para luego volver a Cali a presentar actos de malabares y equilibrio en los semáforos. Él aún recuerda cuando comenzaron con Cirko Pirata, esos tiempos en los que para él era necesario crear un grupo de arte callejero porque quería que lo que se mostraba en las calles “llegara a otro tipo de público, a quien no tiene cómo pagar una boleta, además de poder evolucionar nuestro proceso artístico”. Esa época en la que para darse a conocer Jorge cuenta que “tomábamos espacios abandonados para presentarnos. A la gente se le hacía el llamado con perifoneo, llegábamos al lugar y la invitábamos a que se quedara a ver el espectáculo. Varias veces tuvimos problemas con las autoridades y nos tocaba retirarnos del espacio”.


Esos espacios a los que llegaban para presentarse eran la rotonda de La Loma de la Cruz, la Colina de San Antonio, y otros cuantos, pero andaban sin permiso para ocuparlos y por eso tenían los inconvenientes con la policía.


Actualmente, sus shows los difunden por sus redes sociales, les avisan a los amigos y siguen invitando al público que se encuentra en el lugar para que se quede a verlos. Los problemas con las autoridades son cosa del pasado, pues Jorge se esmera en tener todos los permisos necesarios para usar cada espacio.


Un sol radiante anuncia ya las 10 de la mañana del jueves, y sentado en la rotonda de La Loma de la Cruz, Jorge sonríe y sigue hablando del grupo, diciendo que “los recursos provienen de inversión propia, a cada uno le toca conseguir sus cosas para el show” y así arman cada función para ofrecer un espectáculo impecable. Sin embargo, hay circunstancias que los ponen a prueba.


El que juega con fuego…


A pesar de que los integrantes de Cirko Pirata hayan adquirido la experiencia necesaria para manejar el fuego, en algunas ocasiones la potente llama se les sale de las manos. “Hemos tenido un par de problemas con el fuego, se nos han prendido cosas que no debieron prenderse, como el mismo tarro donde cargamos la gasolina, pero nadie ha salido herido” narra Jorge mientras a unos pocos metros, en otro extremo de la rotonda, se escucha un tambor que no para de vibrar al son de un ritmo africano. Ese tambor es interpretado por Samuel Guevara, otro integrante de Cirko Pirata.


A sus 21 años, Samuel es un artista polifacético, pues además de estar en Cirko Pirata, estudia música en el Instituto Popular de Cultura y toma clases en la fundación Circo Para Todos. Él también recuerda un momento de tensión manipulando el fuego: “Estábamos en un show, todos teníamos nervios, yo estaba en la parte musical y me distraje por un momento. Cuando volví a ver a mis compañeros, a uno de ellos se le estaba prendiendo el pantalón. Entonces todo el público empezó a gritar, y yo también, fue un momento de histeria…y bueno, afortunadamente mi compañero resolvió y se apagó el pantalón”.


Por fortuna, en el show con el que Jorge reemplazó el ritual de fuego en la noche del domingo, la llama no causó estragos, y el público conformado por alrededor de 200 personas, mostró su satisfacción con lo que estaba viendo. Cada uno de los asistentes se divirtió, no hubo caras largas durante las 6 horas en las que Circo al Parque llenó de alegría el lugar. Tanto fue el alborozo de la jornada, que además de aplaudir y reír a carcajadas, el público fue juez y eligió al ganador del ‘renegado’, quien obtuvo como premio un bono para un tatuaje, una revista, una agenda, una camiseta del evento, una hamburguesa vegetariana y una entrada doble a una fiesta nocturna. Todos los espectadores decían “Nai” a coro cuando Chi Chon lo pedía y participaron de la subasta de una camiseta blanca que tenía impreso en tinta negra una carpa de circo rodeada con la frase “Circo al Parque” y debajo se veían las letras “diciembre/2016”.


La pregunta de la presentadora fue simple: “¿Cuánto nos dan por esta camiseta del evento?” la cifra empezó en $2.000, hasta que solo dos contrincantes definían la compra en $10.000. “¡Diez mil quinientos!” gritó uno de los compradores, que era un hombre de estatura mediana que estaba de pie en un extremo de la rotonda. “¡Once mil!” gritó a coro una familia integrada por una niña de unos 12 años, una pareja y dos mujeres más, quienes desde el otro extremo de la rotonda se gozaron el evento desde las 5 de la tarde.

En realidad, la camiseta costaba $15000, pero para que el público se llevara un recuerdo, se decidió hacer la subasta sin fijar dicho valor.


Durante la actividad, los sombreros de colores pasan regularmente para recoger los aportes voluntarios de los asistentes, y cada moneda se suma a la ganancia final, la cual no pudo ser calculada por Jorge, ya que en cuanto terminó el evento, tuvo que empezar a pagar el transporte de los talleristas, el valor de las camisetas (porque además de la subastada, cada artista tenía la suya), los premios de los ganadores de las competencias, y al final quedaron unos $20.000 para él.


Esa suma de dinero, además de los aplausos y las risas, es lo que deja Circo al Parque para estos artistas, a quienes don Carlos, un hombre de tez blanca y camisa color naranja que estuvo en las dos últimas horas del evento valora porque “son gente sana, este tipo de espectáculos ayudan a la distracción del público y a que estos muchachos se mantengan ocupados y no cojan malos vicios o malas costumbres. Ellos se lo merecen todo así no cobren una boleta”.


Para el 2017, los jóvenes de Cirko Pirata esperan que Circo al Parque sea un show que puedan presentar cada mes en varios parques y plazas de la ciudad, porque como dice Francisco, “Este es un proyecto que está en crecimiento y que va pa’ grande. Es una oportunidad para que el arte pueda resurgir en Cali y se forme una conciencia de arte, porque los artistas son necesarios en una sociedad para transmitir, juzgar, criticar… tenemos una función muy pedagógica en la sociedad”.


Así que si decide subir a La Loma de la Cruz un domingo y se encuentra con este espectáculo, tome asiento y disfrute, aplauda enérgicamente y deje su aporte voluntario en el sombrero con una sonrisa.


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